El desarrollo de la inteligencia artificial (IA) se basa en procesos estructurados como el análisis de datos, la identificación de patrones y la creación de algoritmos eficientes. Estas habilidades están directamente relacionadas con la forma lógica de resolver problemas que desarrollamos como parte de nuestra formación.
Por ejemplo, los modelos de aprendizaje automático requieren una estructura clara: se parte de un conjunto de datos, se definen variables relevantes, se establece una hipótesis (modelo), y luego se prueba y ajusta según los resultados. Este ciclo se parece al método científico y refuerza habilidades como la abstracción, la evaluación y la automatización de procesos.
Comprender esta lógica no solo facilita el uso responsable de la IA, sino que también nos prepara para diseñar soluciones tecnológicas seguras, eficientes y éticas en nuestra carrera.