Las variaciones en la tecnología y en las preferencias de los consumidores influyen directamente en las decisiones empresariales, ya que modifican los costos de producción y la demanda de productos. Una nueva tecnología puede aumentar la oferta al hacer más eficiente la producción, mientras que un cambio en las preferencias puede reducir o aumentar la demanda de ciertos bienes. Para adaptarse, las empresas deben innovar, diversificar productos y analizar constantemente el mercado. También pueden ajustar sus precios y optimizar procesos para mantener su competitividad. Estas estrategias ayudan a equilibrar la oferta con la demanda. Así, se logra una mejor asignación de recursos en el mercado.