Tener una creencia verdadera no es suficiente para que algo sea considerado conocimiento porque el conocimiento, según la tradición filosófica clásica (especialmente desde Platón), requiere algo más: justificación. Esta distinción se ilustra en la noción de "creencia verdadera justificada" como la definición tradicional del conocimiento.
Supón que alguien dice:
“Mañana va a llover”
Y acierta, pero lo dijo sin ninguna evidencia, solo por azar o intuición.
Esa persona tenía una creencia (que iba a llover).
Esa creencia resultó ser verdadera.
Pero no tenía justificación (no consultó el clima, ni observó nubes, etc.).
Entonces, acertó por suerte, y eso no se considera conocimiento, sino una coincidencia afortunada.
Supón que alguien dice:
“Mañana va a llover”
Y acierta, pero lo dijo sin ninguna evidencia, solo por azar o intuición.
Esa persona tenía una creencia (que iba a llover).
Esa creencia resultó ser verdadera.
Pero no tenía justificación (no consultó el clima, ni observó nubes, etc.).
Entonces, acertó por suerte, y eso no se considera conocimiento, sino una coincidencia afortunada.